Arme un castillo de cartas sobre tu mesa, y me siento todos los días en la orilla a esperar cómo lo vas destruir. Te miro mientras hablas y me pierdo un poco, entre lo que dices y entre lo que eres.
Te encuentro entre los pasillos y mientras me sonríes, trato de retratarte en las paredes de mi conciencia.
Y te miro de nuevo.
Y te miro todo el día.
Y no te das cuenta.
Y entonces juego a las escondidas, como un niño, cómo lo que soy.
Y me siento bien cuando te confundes.
Y me doy una vuelta por la copas de los árboles
Y espero un gesto o algo
Pero sé que nunca llegará
Así que vivo con los ojos estrellados
Por ti y por todas las compañeras.