martes, 16 de mayo de 2017

Stray cat

Cuando la lluvia comenzó a caer en la gris ciudad, me dejaron enrderame en callejones repletos de basura, polvo y amor de carácter prepago. Y tal vez lo merecía, pero el precio era muy alto. Pasado un tiempo, me puse a trepar a las copas de los árboles con la esperanza de tener una visión más macro de mi vida, de su vida y de la urbe que nos parió, pero nada. Así que decidí vagar de calle en calle y convivir con fantasmas y demonios, con calaveras y diablitos. Ahí conocí felinas peligrosas y, por supuesto, ratas gordas qué me miraban acusadoramente desde una esquina. Finalmente, metí las garras en mis bolsillos y comencé a hacer equilibrio sobre los techos metálicos. Hablé con hormigas y con flores, con perras y caballos. Hablé con pájaros rojos, incluso me convertí en uno y volé un par de semanas solo para caerme de cabeza en el pavimento. Y ahora todo va bien porque volvió a llover y hace frío otra vez, es todo tan fácil, muy facil.

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