domingo, 12 de marzo de 2017

Town without pity

Tenía tantas ganas de vivir, que aceptó de inmediato la cerveza que le invitó aquel antiguo desconocido. Mientras charlaban camino al bar, se fueron besando en cada esquina de la Capital. Era un dia de semana y hacía un calor ridículo, sólo comparable al calor que cada uno sentía en sus propios cuerpos por el deseo del otro. Entre los transeúntes sólo se distinguían miradas de preocupación, pero no ellos, ellos sólo iban felices de tenerse el uno al otro. Llegando al bar pidieron dos cervezas de litro y bebieron mientras conservaban sobre sus opuestas realidades. Él se perdía en sus, excesivamente expresivos, ojos. Ella, por su parte, no podía creer que alguien la quisiera como él lo mmanifestaba. La conversación tuvo risas y llantos, las efímeras cervezas en aquel bar, parecían no ser suficiente para sus labios y corazón. La conversación subió de tono y lentamente se fueron tocando. Primero las manos, luego los hombros, las piernas y los sexos. El bar se hacia cada vez más pequeño. A decir verdad, el mundo se había reducido a esa mesa y las dos sillas, lo demás era música. El tiempo, como todas las cosas que nadie quiere, pasó y fue momento de irse. Se pararon lentamente, mientras ella pasaba delante de sus ojos, el espiaba su anatomía entera y, estaba seguro,  que ella disfrutaba sus ojos posandose en su cuerpo levemente sudado. Salieron a la realidad de la ciudad. Se escondieron en diferentes callejones a expresarse su amor. Ella le pidió que tocara sus pechos por debajo de su ropa. Él se apegaba a ella para no soltarse nunca. La tarde dio paso al anochecer y el la fue a despedir a la estación del metro. Ella caminó rápido para no caer en la tentación de anidar en sus labios una vez más. Pero el ser humano es descontrolado y el la siguió, necesitaba saber que todo estaría bien y que sus vidas seguirían estando cruzadas. La tomó del brazo, ella trató de sar explicaciones, pero el la besó largamente y ella se derritío con su brazo en la cintura. La chica se subió al metro prometiendo que volverían a verse y así sucedió. Todo se sucede tal y cómo uno quiere.

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