miércoles, 1 de febrero de 2017

¡La violencia nuestra arma!

Difícil. Recuerdo una vez, cuando niño, junto a un grupo nos pusimos a pelear. Fue una buena pelea con palos y todo, siempre he tenido un buen grupo de peleadores, suerte para mi qué no soy Mike Tyson. Luego vino la parte en la que se pierde el miedo, mirando frente a frente a los futuros dueños de los moretones. Que mierda, a veces fueron los propios amigos los qué mandaban bates y cadenas por la cabeza. Y ahí se perdió el miedo. Una vez, recuerdo haber sido apuntado con armas de fuego, más de una vez en realidad, y no había miedo. Nos vamos familiarizando con esas situaciones límites. Una vez, fuimos los que apuntamos también, no lo olvido. El alcohol juega en contra siempre, sobre todo cuando uno vive en un contexto basado en la violencia. Recuerdo ver cuadrillas de pseudo skinheads cuenteados, raperos de pura ropa, punks de postal, metaleros llorones y gente que le gusta aparentar rudeza. Me daba risa. ¿Me tocó recibir? Claro qué si, llevo las cicatrizes porqué en el fondo creo qué disfrutaba un poco la sensación de ser golpeado y no defenderme, había algo qué me gustaba de éso, como el dolor que se siente al tatuarse. Pero también me gustaba la venganza, eso es impagable para un corazón rencoroso como el mío. Creo que todo sé debe al exceso de Naranja mecánica y Stand by me, ah y una pizca de poca importancia por la integridad física. Ay, que buenos tiempos violentos.

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