jueves, 2 de febrero de 2017

Not too drunk to fuck

Era un día de semana, martes o miércoles. Suena el teléfono, una invitación que no podía rechazar. "Tomemonos unas cervezas en mi casa, no hay nadie". Casi pude escuchar el guiño a través del teléfono. Partí a la botilleria cerca de mi casa, compré cervezas, cigarros y me largué. El camino era un poco largo y ,como era verano,  hacia un calor de locos, asi qué decidí abrir una lata en la micro. Me bajé y caminé en dirección a su casa. Cuando llegué la encontré fumando un cigarrillo en el patio delantero, esperándome y escuchando el Dark side of the moon de Pink Floyd. Fue un flechazo. Entramos y conversamos de la vida por horas, escuchamos casi todos nuestros discos favoritos de esa época, nos reímos, cantamos, bebimos y bebimos. Alrededor de las 10 de la noche me dice: "Vayamos a un bar, sigamos bebiendo y escuchando música, luego te doy alojamiento, te puedes quedar en mi sillón". Acepté de inmediato, tengo una debilidad casi ridícula por la cerveza y la música. Esperé a que se cambiara ropa y cuando terminó se veía preciosa, ¿o era la cerveza? No, ella era guapa, demasiado para un perro callejero como yo. Llegamos al bar, una mierda de bar. Oscuro, con algunas mesas rayadas, pero la cerveza era barata y un tipo de cabello largo y pañuelo en la cabeza cantaba canciones de Danzig. Eso era todo lo que necesitaba. Nos sentamos en una mesa cerca del pequeño escenario y seguimos hablando y, de tanto en tanto, le hacíamos el coro al mini Danzig. Nos reímos mucho, había tensión. En un momento aparecieron dos chicos, deben haber tenido como máximo 16 años cada uno, nos preguntaron si se podían sentar con nosotros. Mi chica y yo nos miramos un momento hasta que yo dije, ¡claro! Porqué no. Los chicos se sentaron y pidieron 5 botellas de cerveza, como para devolver la gentileza. Estuvimos hablando un rato hasta que uno de los chicos se confesó a mi querida: "Debes ser una de las chicas amantes del rock mas lindas que he visto". Nos miramos de nuevo y casi como si pensaramos lo mismo, nos besamos acaloradamente frente a esos jovenes expectadores. Ellos quedaron pasmados y un poco avergonzados, diría yo. Pasaron un par de minutos y se disculparon porqué debían retirarse. Nos quedamos con las cervezas y no hablamos de nuestro beso ni nada, solo bebimos. Eran aproximadamente las 3 o 4 de la mañana cuando nos quedamos solos en el bar, yo ya me sentia pésimo. En un momento fui al baño y no pude evitar vomitar enfrente de dos funcionarios del bar que se metían coca alegremente. Me miraron raro y me ofrecieron, pero yo ya estaba listo. Para mi suerte, mi acompañante me indicó qué quería irse, así que iniciamos el trayecto de vuelta entre tropezones y zig-zageos. Una vez qué llegamos a su hogar, me advirtió que dentro se encontraban su mamá y su hermana, por lo que tenia que ser muy sigiloso. Como siempre, no lo logré. A la entrada patie algo que habia en el suelo, no recuerdo si un vidrio o un gato, estaba oscuro. Su madre pregunto desde su habitacion quien andaba ahí. Ella, de un movimiento, me tapó la boca y respondió: "soy yo mamá, me voy a la cama" y me hizo subir lentamente hasta su alcoba. "Adiós señor sillón" pensé maliciosamente mientras subía. Una vez arriba, preparó algo para comer y nos reimos en su cama. Lo qué viene después no es apto para los niños que puedan estar leyendo esto a ésta hora. Sólo diré qué despertamos y la cama estaba casi en el suelo. Me sobresalte cuando unos fuertes golpes en la puerta alertaron a mi conquista de una noche quién, de un salto, se paro a poner la cerradura. En ese movimiento dejó al descubierto toda su anatomía qué miré de reojo con ese instinto asesino qué llevamos en el corazón. Era su madre y le indicaba que debía levantarse porqué tenía un compromiso. "¡Ya, me levanto en un momento!". Su madre se fue al trabajo. Nos quedamos mirando un momento y nos reímos. Luego nos besamos. Después de un rato ella se levantó y se fue a la ducha. Yo me quedé buscando mi ropa lentamente, todo daba vueltas. Cuando logre estar más menos presentable, bajé y preparé café. Desayunamos juntos, se veía radiante en la mañana. Al cabo de un rato, me dispuse a emprender la vuelta a mi hogar, cuando ella me dijo que nos volvieramos a ver lo dudé un poco y gracias a eso me gané una cachetada. Eso si qué era nuevo para mi. Sonreí. Le di un beso en la mejilla y partí. Iba de negro, con una chaqueta de cuero colgada del hombro y una resaca de alcohol y amor. Había un sol traicionero, por suerte llevaba mis gafas oscuras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario