miércoles, 18 de enero de 2017

Carolina's Dream

El año no lo sé con certeza, me parecía un poco futurista tal vez. En fin, ahí estaba yo, una chica que no debería estar corriendo ningún riesgo grave, al menos en el papel. El caso es qué estaba arrancando angustiada junto a mi amigo. Nos costaba trabajo correr y no sabíamos de que escapabamos. Seguramente un problema de él, los que lo conocen saben que se mete en problemas por una cuestión de vocación y personalidad, eso más unas cervezas y malas decisiones son problemas seguro... o risas, dos extremos. El asunto es que corriamos por callejones negros y poblados de una niebla que cegaba, en un instante lo perdí de vista y cuando me di vuelta para ver, noté que lo habían alcanzado. Lo había atrapado uno de los personajes que lo perseguía. Era un tipo alto y con aspecto rudo, seguro un policía o algún afectado por una jugarreta de mi amigo. Todo se nubló aún más cuando este sujeto sacó un revolver y le disparó desde una distancia considerable. En ese momento perdí el poco control que me quedaba, tomé un fierro qué había en el costado de el callejon, afirmado en una  muralla, y le di de golpes en la cabeza a otro de aquellos que nos querían cazar. Juro que le deformé la cabeza al bastardo pero no parecía hacerle daño, no moría ni nada parecido. En un instante fui corriendo a ver a mi amigo que aún seguía de pié con la clásica sonrisa burlona, al parecer la bala solo le había dado en el brazo. "¡Solo un rasguño!, éste maricón siempre corre con suerte" pensé aliviada. En ese momento sentí un sonido, el típico que se escucha en las películas cuando alguien carga una pistola, y después sale aquél bastardo persecutor y comienza a descargar una especie de metralleta en mi juerguista favorito. Sólo reaccioné a agacharme y gritar con  los ojos cerrados, pero sentía como la sangre salpicaba mi moreno rostro. Mi amigo seguía de pié y el asesino ya no estaba. Al momento de tomar su pierna, mi amigo, ese que xon el que siempre pude contar y con el que pasé tantas cosas buenas y malas, se desplomaba para siempre. Lloré y maldije todo, los odiaba a todos, y me sentía desorientada. Así seguí gritando un tiempo y de pronto todo se fue a negro.

Estaba en mi cama, desperté llorando y mi amada incondicional no entendía que pasaba. Solo la abrazé, un abrazo apretado, lleno de alivio y ternura. Todo había pasado. "Solo espero que no se meta en problemas", pensaba mientras mis lagrimas lentamente se secaban bajo mis ojos.

*Carolina, nunca olvides que algunos nacimos para correr.

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