La última vez que deshice el amor fue como tener sexo entre despedidas y sangre. Fue hermoso y despojado, furioso y asustado. Fue una mezcla de sensaciones que se fundieron para siempre. Fue quedar tatuado en un rincón, eterno y fugaz. Fue perder de vista el tiempo y dejar de respirar por un momento. Fue dejar una película inconclusa una tarde de domingo. Fue dejar un plato a medio comer, una botella de cerveza entibiandose. Fue una lucha constante por no desaparecer para siempre, una lucha que perdí. Fue como un satélite cayendo y dejando una estela de preguntas sin repuesta. Fueron fuegos de artificio disparados por mis propios demonios. Fue morir, morir un poco y para siempre.
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